Tahití siempre ha representado el mito del paraíso tropical para los europeos. Pero lo cierto es que Tahití es sólo una de las cinco islas que componen el archipiélago de la Polinesia Francesa. Es la región de mayor superficie y de historia más interesante, aunque todo el conjunto de islas es dueño de un paisaje sin igual. Las típicas fotos de las eternas playas bañadas por un mar azul pueden ser sacadas en cualquier isla de la Polinesia Francesa.
En la Polinesia Francesa siempre es verano, y crecen flores tropicales por doquier, con las que las mujeres adornan sus cabellos. El fondo del mar ofrece un mundo de corales y peces de vivos colores, que ningún visitante puede dejar de explorar.
Un rico aroma a océano inunda todas las islas, tentándonos con los más variados mariscos en recetas muy particulares. Los sabores son realmente únicos: tradiciones del Pacífico combinadas con gastronomía francesa e influencias italianas y chinas. Enormes hojas de plátanos decoran las terrazas de los restaurantes, ya que allí mismo se sirven los platos más exclusivos del mundo culinario. Un verdadero paraíso alejado de la locura del mundo.
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