Todo turista que decide visitar La Habana, nunca olvida recorrer la zona donde se ubica la Catedral, cuya foto, desde hace muchos años, le ha dado la vuelta al mundo como una imagen paradigmática de la ciudad.
Junto al Castillo del Morro, el Malecón, o la Plaza de la Revolución, la Catedral ha sido desde siempre un punto de encuentro, lleno de historia y tradiciones, símbolos de la capital de la mayor de Las Antillas, donde siempre podemos ver el movimiento humano que disfruta el paisaje donde transcurrieron épocas que se mezclan con el presente.
Hacia 1727 los jesuitas tuvieron información de que se aceptaba su vieja solicitud de un oratorio en San Cristóbal de La Habana, que sería iglesia y convento.
Años después, cuando las obras andan por la mitad, viene el proceso de expulsión de los jesuitas, hacia 1776, y dos años más tarde comienza la transformación de la obra originalmente dedicada a San Ignacio en la que sería la Catedral habanera.
En su interior, durante muchos años, existió un monumento de carácter funerario con los restos de Cristóbal Colón, que posteriormente se trasladaron a Santo Domingo para encontrar reposo en Sevilla.
La catedral se enmarca arquitectónicamente en el estilo barroco, con dos torres campanarias ubicadas a sus extremos. El templo interior consta de tres naves, con pisos de mármol blanco y negro. Posee esculturas y labores de fina orfebrería realizadas para el altar mayor por el artista italiano Bianchini, quien las elaboró en Roma, hacia 1820, con indicaciones del conocido escultor español Antonio Solá.
Entre las capillas con que cuenta la Catedral, sede de la Archidiócesis de La Habana, podemos apreciar la dedicada a Nuestra Señora de Loreto, que fue consagrada en 1775 por el Obispo Morell de Santa Cruz, realizada en 1775, antes de la transformación del templo jesuita en Catedral.
Existen igualmente frescos elaborados por el italiano Periovani y el también pintor Vermay, francés que trabajó en otras decoraciones habaneras. El conjunto ornamental del interior es sobrio y hermoso, y cuenta con reliquias y tumbas de varios ilustres personajes de la historia cubana.
El encanto de la Catedral no radica solamente en su edificio, sino en el entorno donde se encuentra ubicada, junto a otras construcciones de añeja data, en especial del siglo XVIII, como el antiguo palacio del Marqués de Arcos o la casa de los Condes de Casa Bayona, donde radica el Museo de Arte Colonial.
El turista que recorre la zona cercana a la Catedral habanera tiene muy cerca otros sitios de fama, como es la Bodeguita del Medio, y más próximo, el restorán El Patio, muy mencionado por el gran escritor José Lezama Lima en sus cartas a diversos amigos de todo el mundo, y es conocida su foto en ese lugar junto al argentino Julio Cortázar, tomada por el inquieto Chinolope, fotógrafo de especial sensibilidad.
La Catedral, bajo la advocación de la Virgen María de la Inmaculada Concepción, ha sido durante muchos años objeto de obras literarias, históricas, musicales y pictóricas.
Cercana a la mayoría de las principales edificaciones de la zona colonial, es un punto que lo espera, amable lector, cuando decida visitar La Habana y conocer sus calles, construcciones y a su pueblo cordial.
Autor: Rodolfo de la Fuente
Editor: Héctor Danilo Pompa Dominique