En el mundo existen sitios especiales, en donde tuvieron lugar hechos trascendentes de la historia de los países. En esos sitios podemos sentirnos parte de la historia y de hitos que cambiaron el rumbo de las naciones. Esta sensación también puede experimentarse cuando visitamos esos lugares en donde confluyen las fronteras de tres o más países. Se tratan de puntos del mapa especiales, en donde prácticamente conviven culturas, idiomas y formas de vida diferentes: los trifinios.
En la Argentina, existen cuatro hitos de triple frontera: el Cerro Zapaleri (con Bolivia y Chile), Santa Victoria en Salta (con Bolivia y Paraguay), Puerto Iguazú (la famosa Triple Frontera con Brasil y Paraguay) y finalmente Monte Caseros, en Corrientes (cerca de los límites con Brasil y Uruguay).
Mientras tanto, en el lejano oriente, dos gigantes baten récords de fronteras. Rusia y China, tienen muchos vecinos, tienen muchos triples hitos: diez y quince respectivamente. China ostenta incluso el récord mundial en la materia. La lista es larga, pero alcanza con mencionar que tiene cuatro trifinios compartidos con Rusia y que dos de ellos son trifinios con Mongolia, un país enclavado entre sus dos vecinos. Al mismo tiempo tiene una de las más militarizadas y sensibles triples fronteras del planeta: la que comparte con Rusia y Corea del Norte, su impredecible y turbulento vecino. Es además una triple frontera donde conviven… tres husos horarios distintos.
Todos los países comparten fronteras, y existen muchos casos de múltiples fronteras. Pero son muy raras las que comparten un solo idioma, como es el caso de Austria, Alemania y Suiza. Se trata sin embargo de un trifinio imaginario, que hay que buscar en algún lugar de la superficie del Lago de Constanza. Del lado suizo la ciudad más cercana es St. Gallen. En Austria encontramos Bregenz, y en Alemania, Lindau. Muy cerca está el Principado de Liechtenstein, otro territorio de habla alemana.
Entre los Países Bajos, Bélgica y Alemania, existe una triple frontera que destaca por otra razón. No es tanto el hecho de ser un trifinio como su altura el detalle que hace única a la colina: si Holanda y Alemania comparten la misma medición, no es el caso de Bélgica, cuya medición oficial es de 324 metros y monedas. Otra curiosidad: esta colina fue el único cuatrifinio que existió en Europa entre 1830 y 1919, cuando marcaba las fronteras entre los tres estados y un minúsculo territorio, el Moresnet Neutral (3,5 km2 de superficie), parte de la comuna de Moresnet, donde había una importante mina de smithsonita, un mineral que enfrentó pretensiones alemanas y holandesas.
La frontera más lejana. Este título se lo puede llevar sin duda la de Francia con Brasil y Surinam, en medio de la densa selva tropical amazónica. Esta frontera se encuentra a casí 7500 kilómetros de Notre Dame de París, el punto del kilómetro cero de Francia. Es una región muy rica en bauxita, oro y diamantes, donde ocurre todo tipo de tráficos. Hay varias triples fronteras más en medio de la selva amazónica, pero la más espectacular de todas es la que comparten Venezuela, Brasil y Guyana, en la cumbre del Monte Roraima, una montaña en forma de mesa que alcanza 2.810 metros de altura y está delimitada por acantilados verticales de hasta mil metros. Su tardía exploración en el siglo XIX inspiró la novela El mundo perdido, de Arthur Conan Doyle.
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Fuente: La Nación