Pipa de día de noche, dos sensaciones distintas

Conocer Natal ya estaba pactado en el viaje, era ahí hacia donde iríamos. Cuántas noches era la pregunta. Al final con solo tres nos bastaron, las otras noches de las ocho las pasaríamos en Pipa.

Taxi, Ezeiza, check in, avión 1, escala, San Pablo, aduana y el corre corre, avión 2 y llegamos a Natal. Receptivo al toque y al transfer. El hotel, mmm, bueno, por lo menos la atención, en portugués, fue buena. La habitación amplia y a caminar la rúa. Epa, 16.30 y era de noche ya. A la calle igual. Caminamos por la Rodo viaria Freyre. Shopping (varios), pubs, bares, restaurantes finos y otros no tanto, edificios a lo Miami. Estaba bueno Natal.

Al otro día si que nos encontramos con el Natal que conocíamos por referencia y por nuestro trabajo de agentes de viajes. Nuestro hotel está en Ponta Negra, lugar ideal para los que quieren el contacto con le gente, la playa ahí, el servicio de playa ahí, los bares de playa ahí, la caipiriña ahí y los vendedores ambulantes también ahí. Todo ahí. Es como Rio de Janeiro, playa, arena, avenida y una vereda al frente llena de restaurantes, bares con música, artesanos y de todo tipo de comercios. A la noche; “el mejor lugar para ir a cenar en Natal” y para los que siguen de parranda nocturna, también es lo mejor.

Pipa, Brasil

Cuando salimos del hotel caminamos por la playa hasta la vía costera, ese lugar que tanto conocíamos de Natal. Aquí las playas están más vacías, menos vendedores, menos música, menos de todo. Solo playas y muy buenos hoteles resort como el Ocean Palace, el Natal Mar (disfrutamos la tarde ahí), el Rifoles… Aquí está el mayor contraste entre vacaciones tranquilas y vacaciones alborotadas. Vía Costera versus Ponta Negra. Al otro día una excursión para nadar con peces y apreciar el fondo marino nos devoro el día entero.

Pipa, Brasil

Día 4. a Pipa nos vamos. El traslado llego puntual, el guía (gracias a la madre patria) nieto de españoles, nos dice que el transfer es solo para nosotros dos, EN ESPAÑOL. El viaje dura unos 45 minutos en Micro por una ruta que la están haciendo autopista. Nos comenta de todo, de Natal, la ciudad, su gente, como creció Ponta Negra respecto de lo que es el centro de Natal. Pasamos por Tibau do Sul, cabecera del municipio del mismo nombre. Y 10 minutos más tarde paramos frente a un portón sobre la ruta. Maletero y este es el Hotel Ponta do Madeiro. Guaooo, hermoso hotel. Copa de bienvenida, en portugués. Restaurantes, horarios, amenidades y uso y desuso del hotel. Conformes, up grade de por medio, nos vamos a nuestra habitación. Y Pipa, donde está Pipa, qué es Pipa, vamos a Pipa… Esa tarde, a las 18.30 (que ya era de noche), nos vamos a Pipa. Pipa de noche, mmm, que lindo. Es una mezcla de lugar fashion, con pobladores rústicos, con hippies de todas las nacionalidades que por el día hacen surf, de bares super modernos y cantinas mas “amaderadas” (por la madera, claro). Hacia la izquierda calles hacia abajo, a la derecha, subidas. Era un contraste buenísimo. Muchas luces, personas ofreciendo servicios de restaurantes a cada paso. Caminamos bastante hasta que el apetito nos devoró a nosotros. Esa noche Pipa fue hermoso.

Al día siguiente, ya estaban las inseparables abejas en nuestro desayuno (nos acompañaron hasta el último día). Guaooo, mango, guayaba, piña, melón, sandia, banana, y otras frutas locales que no recuerdo. Desayunamos y a la playa. Escalones abajo. Si, el hotel esta en un cerro, donde 148 escalones lo separan de la línea de mar. Pa’bajo fue fácil, pa’rriba fue, es  y será siempre más difícil. Caipiriñas, pollo, olas, sucundum sucundum. Muchas olas x ahí. Ese día transcurrió en playa do madeiro. A la noche, a Pipa de nuevo. Pipa de noche, mmm, que lindo. Es una mezcla… Eso ya lo escribí arriba. Bueno, eso y mucho mas. Hay restaurantes que te deslumbran con su comida, otros que ganan premios sus chef y te sirven esos platos estresantes llenos de cascaras y envoltorios que mamacita, pa’ que contar. Así lo definió Maxi, un compañero de viaje uruguayo. Crepes, helados, caipiriñas, cubas libres (fueron dos) y a dormir, el día de playa te mata.

Al otro día, si que vamos a Pipa de día. Combi y pa’ Pipa. Y Pipa? Y las luces? Y la gente? Y los hippies? Nada. Muy tranquilo todo, caminamos hasta el final (creíamos que era el final, pero no es así) y bajamos a la playa. Ahí estaban los turistas, la gente, los “garzón” ofreciéndote camarones, cangrejos, cocos gelados, cervezas en garrafa, paseos en lancha, carpas, sobrillas, de todo. Esa es la playa principal de Pipa. Sus botes anclados en la orilla le da ese toque que reconocemos luego en nuestra imagen de Pipa. Todo un encanto caminar por esa playa y esa paz que te invita a no hacer nada.

Pipa, Brasil

A la noche, a Pipa de nuevo. Pipa de noche, mmm, que lindo. Es una mezcla… Si, ya lo escribí, pero es la misma sensación cada noche al llegar a Pipa. Es increíble esa mezcla de costumbres que reinan en 6 cuadras más o menos.

Como la profesión “puede”, al otro día decidimos caminar otras playas, fuimos a Praia do amor, un lugar para los amantes del surf y la tranquilidad, siiii, más tranquilidad que en Pipa centro aunque parezca increíble. Ahí las olas rompen en la orilla y ni el ruido escuchas. Luego hicimos la excursión en lancha para ver a los Golfinhos, pero ninguno quiso salir ese día. Mmmm, nos fuimos sin ver a los delfines. Ahí nos mostraron las playas en su orden. Donde estaba nuestro hotel, ponta do madeiro, praia do madeiro, al lado playa dos golfinhos (en la bahía dos golfinhos), playa principal de Pipa y praia dos afogados (en portugués) o praia do amor, como se conoce en español. Al otro día fuimos a Tibau, también caminando por la playa hasta donde se pudo y luego por la rúa. Era un día lluvioso, el pueblo parecía sacado de un western espagueti. También hermoso la parte de la balsa, el hotel Marinas Tibau y las barracas de playa. Ahí murieron dos cangrejos hervidos en salsa de tomate. EPD.

Pipa, Brasil

A la noche, a Pipa de nuevo. Pipa de noche, mmm, que lindo. Es una mezcla… Si, es cansador, pero es así cada vez que entrabas por esa calle y veías el pueblo y el gentío frente a ti.

Ya nos quedaba poco, el último día lluvioso no nos dejo aprovechar mucho. Digo lo de la lluvia porque fuimos en el mes de la lluvia, Mayo. Charrannnn. Un día, en 40 minutos pasamos de sol a nublado, de nublado a tormenta con truenos y mucha lluvia, de ahí a nublado y sol de nuevo. Todo en 40 minutos sin movernos de la sombrilla al lado del mar. Increíble, como el contraste de Pipa entre el día y la noche, donde no puedes elegir, te quedas con las dos.

Pipa, Brasil

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